lunes, 5 de septiembre de 2011

Inercia


Al sonido sordo del silencio,

Le aviento una esquiva sonrisa.

Me atrevo a palpitar en sentido contrario a la marea.

Cargada de una ola tempestuosa de sensaciones.



Y dí tanto de mí,

Que con el ardor del día me convertí en cenizas.

Quise palpar un sustento,

Y me adentré al oscuro espacio de un espejo.

Clave mis uñas a la carne de mi espalda,

Y como amordazada,

Cumplí con la palabra seca de mi boca.

Adherida a mi piel,

Está la navaja que corta a la sombra.

Y dejo atrás todo aquello que leí sobre el espíritu.

Para coexistir conmigo misma.

Estos laberintos.

Estas estaciones.

Te alejan…lo sabes.

Las palabras incesantes.

La boca cosida por un naufragio callado de memorias.

No deja de ser yo la que habita en el bosque.

Atiborrada por unas monedas doradas que establecen las columnas de mis sueños.


Y callo la inercia de mi tiempo,

Cuando falsifico las ideas de mis sentidos.

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